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El terror siempre busca apelar a la ansiedad que genera el contexto social de la actualidad durante la publicación del material.

La primera impresión que generó el cine en las personas fue nada más y nada menos que sorpresa. Hoy en día lo vemos como algo normal, pero a finales del siglo XIX era algo muy novedoso y no visto antes, así que es común que generara cierto impacto en los espectadores. Esto es una fiel prueba de la conexión que tiene el miedo audiovisual con las personas, algo que se demuestra con las películas de terror.

Cada año se estrenan nuevos films de este género, cuyas campañas de marketing los califican como los más aterradores hasta la actualidad; sin embargo, no es ningún secreto el aire de decepción que estas películas han emanado durante las últimas décadas. ¿Qué pasó con el cine de terror?

películas de terror

Películas de Terror: Ante nada hay algo muy importante a tener en cuenta, y es que hacer películas de terror no es tarea sencilla.

 

Asustar a la gente se vuelve muy difícil cuando una técnica está muy repetida (los conocidos clichés son una de las mayores causas de que estos films no sean tan apreciados hoy en día).

Las audiencias cada día están más adaptadas a los sustos en modalidad de jumpscares (cambios gráficos y sonoros repentinos que generan impacto a quién lo esté espectando) y a la violencia gráfica. Sin embargo, los problemas con este género en la actualidad no se limitan únicamente al abuso del uso de los sustos repentinos (que funciona muy bien en caso de emplearlo correctamente). El problema radica en la falta de compromiso de los productores y realizadores.

¿Por qué? Lo que ocurre hoy en día con las películas de terror es que sean buenas o sean malas, generan bastantes ingresos. Y sí, el cine es un negocio, de eso no hay dudas, pero también es un arte y hacer películas con bajo presupuesto solo genera productos de baja calidad que de una u otra manera igual generarán ganancias.

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Las historias cada vez son más absurdas y los clichés se repiten una y otra vez en estas producciones, algo que deja mucho qué desear a la hora de pagar una entrada de cine o pasar dos horas viendo una película en algún servicio de streaming.

El terror siempre busca apelar a la ansiedad que genera el contexto social de la actualidad durante la publicación del material. Por ejemplo, Mary Shelley exploró el miedo a los progresos científicos que rechazaba la moral cristiana en su época cuando escribió Frankenstein.

Alien: el octavo pasajero (1979) es un ejemplo de una buena producción terrorífica en el cine. Logró explorar la paranoia relacionada a la violación utilizando una criatura con forma fálica como principal amenaza, además de apelar por el miedo de la sociedad ante una posible sustitución de los humanos con las máquinas, utilizando a un androide como antagonista.

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En Psicosis (1960) se crean tensiones entre el sexo y la violencia con toques freudianos, en Halloween (1978) se muestra un ente maligno durante la época de mayor auge de asesinos seriales en Estados Unidos, en El resplandor (1980) se trata el miedo ante la violencia familiar y el abuso infantil.

Desde El proyecto de la bruja de Blair (1999) logramos evidenciar las primeras piedras angulares del cine de terror actual y empezamos a notar la diferencia entre las películas de terror clásicas y las modernas. A partir de este punto, las producciones dejaron de conectar de algún modo con las audiencias y empezaron a enfocarse únicamente en causar espantos repetitivos.

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Películas de Terror: existen excepciones fundamentales a la hora de identificar films terroríficos que realmente marcan una diferencia y logran destacar.

 

Estas las encontramos en películas independientes o de pequeñas productoras, que parecieran tener en sus manos el futuro del género, pues le permiten a sus autores explorar temas que realmente conectan con los espectadores.

Entre algunos ejemplos se encuentran Get Out (2017), The Witch (2015), Hereditary (2018), A Quiet Place (2018), The Babadook (2014), Suspiria (2018), entre otras, obras que conectan con el público gracias a utilizar el terror como vehículo para hablar de temáticas y problemáticas sociales.
Autor: Sebastián Gutiérrez.

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