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La historia del cine empezó mucho antes de lo que nos imaginamos.

La fascinación del ser humano por las imágenes en movimiento y su deseo de recrearlas no es actual, viene desde la prehistoria. En las cuevas de Altamira, España, se encontró un primitivo dibujo de un jabalí de ocho patas; este no era un ser mítico producto de la floreciente imaginación del dibujante; era realmente un intento amateur que buscaba reproducir el movimiento del jabalí.

historia del cine

Los egipcios, griegos y romanos también buscaron a través de dibujos sucesivos, recrear la idea del movimiento. En Asia las sombras chinescas que consistían en juegos de sombras, inspiraron en el siglo XVII “la creación de la linterna mágica, que tomaba imágenes del exterior y las proyectaba en su interior, para luego funcionar a la inversa”.

Después de siglos en el que el hombre había buscado y trabajado arduamente por recrear el movimiento, el 27 de diciembre del año 1895 podemos decir que se empieza a escribir la historia del cine, ya que fue la primera vez que se proyectó al público una imagen en acción, aquella fecha fue bautizada como el nacimiento del cine.

Ese día, los hermanos Lumière mostraron unas cuantas tomas de apenas unos segundos, donde se veían episodios de la vida cotidiana, entre ellas estaban las tomas de un tren a punto de partir, fue tal la impresión de aquella primera audiencia al ver estas imágenes, que se pararon azarosos de sus asientos y corrieron despavoridos, temiendo que realmente el tren estuviera a punto de impactarlos.

Aquel primer frenesí y estupefacción duró poco, y tras la apropiación y familiarización del público por la imagen en movimiento, llegó una nueva necesidad: ¿cómo contar una historia a través de aquellas imágenes? Hasta entonces el cine solo eran meras reproducciones del día a día, sin una historia o un lenguaje propio; en palabras de Aumont, et al. (1985):

“El cine en el momento de su nacimiento no estaba dotado de un lenguaje, era tan solo el registro filmado de un espectáculo anterior, o bien la simple reproducción de la realidad. Para poder contar historias y comunicar ideas, el cine ha debido elaborar toda una serie de procedimientos expresivos; el conjunto de ellos es lo que abarca el término lenguaje”

Tomó tiempo llegar a lo que hoy se conoce como lenguaje cinematográfico, y se podría decir que de alguna manera también empezó aquel 27 de diciembre, pero esta vez no estuvo a manos de los hermanos Lumière, sino de un artista e ilusionista que se encontraba en medio de la audiencia en la sesión inaugural: Georges Mèliés.

Si gracias a los hermanos Lumière nació el cine documental, con Mèliés nacieron los efectos especiales, el montaje, la literatura en el cine, y el cine de ciencia ficción.

En la historia del cine la invensión del montaje por Méliès es muy conocida:  se encontraba filmando el movimiento de una plaza en París, cuando advierte que sin previo aviso el aparato se había frenado; como se debía reparar sin dilación, decidió colocar un manto negro sobre la cámara, y así poder abrir la caja y rehacer el paso de la película sobre los engranajes.

Ese mismo día, mientras revisaba las tomas filmadas, pasmado se dio cuenta que, debido aquel molesto percance, un coche fúnebre que avanzaba por la calle, de pronto desaparecía y en su lugar surgía un ómnibus justo en el instante en el que la cámara se había puesto de nuevo en movimiento.

Gracias a aquella peripecia, Georges Méliès descubrió que, con una simple detención y un subsiguiente avance de la cámara, se lograba desaparecer y aparecer objetos tan grandes como un coche fúnebre o un ómnibus; magia que el cine lograba realizar en un abrir y cerrar de ojos.

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Foto: rtve.es

En Colombia, con motivo de la presentación de la muestra de películas de Georges Méliès presentada en Bogotá en 2005, escribieron lo siguiente:

Con la técnica del trucaje y del escamoteo, con la súbita desaparición o aparición de objetos o personas en la escena por medio de las detenciones de cámara o bien de las disolvencias, fundidos y sobreimpresiones sobre la película, Méliès da comienzo a un procedimiento desconocido en arte cinematográfico: lo que hoy se llama “efectos especiales”. Del exterior de los Lumière –de la calle, de la plaza pública– se ha pasado al interior, al teatro. La cámara ahora ocupa el lugar del espectador situado frente a la escena teatral. Así con Méliès aparece en el cine la noción de personaje y con ella la del actor. (…) Y aunque no inventa una serie de nuevos procedimientos propios del lenguaje cinematográfico, los intuye y enuncia sus conceptos. Advierte la necesidad de los distintos planos, por ejemplo, la necesidad del primer plano, cuando al magnificar por “arte de magia” objetos pequeños nos los muestra con una dimensión que puede llegar a ocupar el 80% del tamaño de la pantalla.”

Otro personaje fundamental para la historia de creación del lenguaje cinematográfico fue Edwin S. Porter, quien además es el primer nombre significativo de la historia del cine norteamericano, su novedad residió en el hecho de presentar por primera vez los acontecimientos relatados bajo una estructura narrativa desplegada en torno a un núcleo central.

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Foto: imdb.com

Este sentó las bases sobre las cuales David Wark Griffith más adelante desarrollaría tal como hoy lo conocemos el complejo lenguaje cinematográfico. Orson Welles se referiría a Griffith como “pionero” y “padre fundador”, y  Serguei Eisenstein diría que: “no hay cineasta en el mundo que no le deba algo”.

Con el cine ruso se empezó a hacer especial hincapié en el montaje y se le reconoció como la verdadera esencia del cine, como uno de los elementos más importantes y característicos del lenguaje cinematográfico, ya que es la yuxtaposición de los planos la que crea un sentido determinado y da a lo real, un toque mágico y con esa misma magia convierte lo ordinario en arte.

Desde la llegada del sonido y los diálogos al cine su desarrollo formal ha sido exponencial. La historia del cine ha estado directamente influenciada por los cambios que tuvo la sociedad, puesto que como dijo el director fraco-suizo Jean Luc Godard: El cine no es un arte que filma la vida, el cine está entre el arte y la vida”.

Pero también el cine ha influido sobre sí mismo, pues con cada aporte de directores, guionistas y cineastas; con cada película realizada y estrenada; con cada estética y narrativa, el cine mismo se ha enriquecido, para continuar rápidamente evolucionando, y junto con el, sus espectadores también se han cultivado y educado en su función de observadores; como apunta Lipovetsky y Serroy (2009): “El cine no presupone ya un espectador ingenuo, sino un espectador «educado» por los medios, con el que establece un efecto de complicidad, basado en una cultura de imágenes y arquetipos comunes.

El lenguaje cinematográfico partió de la necesidad de mejorar la forma en que se cuentan las historias y el análisis cinematográfico de medir el éxito de una película a la hora de contar esa misma historia. Para esto se hizo necesario ir desmenuzando poco a poco cada elemento del lenguaje cinematográfico.

Pero la carencia de modelos propios para hacer un estudio minucioso de cada producción audiovisual, hizo necesario que los primeros teóricos del cine buscarán en otras disciplinas como la psicología, la lingüística, la fotografía y la semiótica, la forma para analizar las mismas.

Entre los primeros teóricos encontramos a Barthes, Propp, Wright, Bremond y Greimas. Quienes fueron y siguen siendo los pilares sobre los que se fundan esta disciplina analítica, y después de ellos llegaron grande teóricos como el semiólogo Christian Metz, quien fue reconocido por haber ampliado y aplicado las teorías del análisis del lenguaje de Saussure, al análisis del lenguaje del cine; para Metz, el cine no es un objeto, sino un proceso, que apela al inconsciente.

En sus propias palabras: en el cine se aplican procesos de lo inconsciente en mayor medida que cualquier otro medio artístico. Esto se puede identificar ya que, aunque diez personas vean la misma película, cada una va a verla de forma diferente, puesto que el mensaje que cada uno va a extraer del film depende en gran medida, de sus procesos, conceptos, y contextos. En la historia del cine, este ha sido, es y siempre será un motor de cultura y cambios sociales, porque llega directo a las emociones del receptor, y como dijo el humorista y escritor español Pedro Ruiz (n.d): lo bueno del cine es que durante dos horas los problemas son de otros”.

Por: Carolina Bueno Ríos.

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