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Crear conceptos más impactantes que las convencionales secuelas

Foto: Star Wars

Escribir una película sin ningún punto de referencia es imposible, entre todas las veces en niveles diferentes, pero siempre existe un punto de partida. Pero, a la hora de contar una historia, debemos tener en cuenta que una cosa es todo lo que mostramos y otra cosa es todo lo que ocurre en la narrativa. Dado a esta situación, existe un concepto y recurso muy utilizado en la actualidad: precuela.

Una precuela trata de explorar una historia que precede a otra, en muchos casos ficciones que ya se han contado antes. La idea es encontrar la explicación o contextualizar al espectador. Una precuela no es una primera entrega que luego tiene una secuela, se trata de una película que antecede a otra sin necesidad de haber sido estrenada antes.

Un claro ejemplo de esto es la trilogía de precuelas de Star Wars (que comprende los episodios I, II y III, estrenados entre 1999 y 2005). Esta buscaba contar los orígenes de Darth Vader, el gran villano de la trilogía original y uno de los personajes más importantes, conocidos y queridos de la saga.

Foto: Star Wars

No existe una razón específica o particular, pues la producción de una película de estas características puede realizarse por varias razones. En el caso de las mencionadas anteriormente, fue la de contar el origen de un villano y las problemáticas que se presentan en las películas que ya todos habían visto.

Sin embargo, podemos encontrar casos donde consigamos combinaciones particulares de precuelas y secuelas. El ejemplo más conocido es el de El padrino, parte 2, pues nos encontramos ante un film que nos muestra los hechos que siguieron la trama de la primera entrega, pero a su vez nos cuenta los orígenes de Don Vito Corleone, protagonista de la primera parte.

Otro gran ejemplo es la trilogía de El Hobbit, que si bien o mal no precede directamente los hechos de El señor de los anillos, nos cuenta la historia de varios personajes importantes de la galardonada saga. Muchos acontecimientos de estas películas generan consecuencias en la otra a pesar de no estar conectadas por completo.

Foto: El Hobbit

Una buena precuela cuenta una historia nueva y distinta, algo que no se haya visto antes, aunque de un modo en el que no se sienta distinto al universo que estamos creando. Podemos escribir sobre un acontecimiento, un período histórico, un personaje o un objeto, la verdad es que las razones son incontables, pero lo importante es que la narrativa tenga sentido y un significado.

Entonces, ¿por qué hacer una precuela? Simple, para expandir una historia. Razones hay varias, sí, pero su funcionamiento es exclusivamente para hacer crecer otra que ya se ha contado y estudiado.

Este formato se utiliza en muchas industrias, no únicamente en el cine. Existen libros precuelas, cómics precuelas, series televisivas precuelas, etc. Las precuelas tienden a recibir mala fama, pero conceptualmente son más creativas que las secuelas, pues estas tienden a mostrar “más de lo mismo”.

Foto: El Padrino

Estas películas brindan algo distinto que puede terminar concluyendo en una historia ya conocida, pues sabemos muy bien hacia dónde se dirigen. Pero como dice el dicho, lo importante es el trayecto y no el destino, ¿no?

Escribir una antesala a una historia conocida no es tarea sencilla, pues no sabemos el resultado que pueda generar. Sin embargo, muchas joyas se han conseguido a través de este procedimiento de escritura y tienden a crear conceptos más impactantes que las convencionales secuelas.

Antes de escribir una precuela, debemos analizar qué buscamos contar y explorar con ella para no hacer las cosas porque sí. Contar algo es fácil, puedes escoger cualquier cosa que se te ocurra, solo debes saber el porqué hacerlo.

Autor: Sebastián Gutiérrez.

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