Suena sencillo hablar de una escuela de fotografia y entender que es un espacio donde apasionados por la imagen se encuentran para ser asesorados por expertos en todo lo que concierne a las artes visuales inmersas en esta disciplina artística, la cual tiene como materia prima la luz.
Para esta ocasión, queremos ir más allá. Comencemos hablando de un centro de diálogo donde surgen un millón de posibilidades de creación. Un espacio de encuentros retroalimentarios donde se perfecciona la técnica y se estimula el talento. Es ahí, donde surge el interrogante o más bien la intención de jerarquizar el talento en contraposición con la técnica y para eso es importante aclarar que en una escuela de fotografia estos dos elementos no tienen orden, los dos son indispensables.
¿Cuál es el mejor proceso que una escuela de fotografia debe llevar a cabo?
Siempre que se tiene una buena idea se piensa en la forma de ejecutarla, de tal manera que ese pensamiento se transforme positivamente en el proceso, que logre comunicar ese imaginario creativo que se quiere convertir en realidad. Para esto, la técnica y la creatividad deben ir de la mano. No se pueden ubicar en niveles de importancia una buena producción sin tener claro que lo que se quiere producir (la idea) debe tener impacto, mover sensibilidades y emociones, que es una de las tareas más bellas que tienen las artes.
Una escuela de fotografia aparte de guiar el talento de los alumnos debe saberlos encaminar disciplinadamente por los procesos creativos que giran alrededor de la producción de imágenes. En este caso, las alternativas son múltiples, desde los ciclos de procesos antiguos de la fotografía hasta la ilustración digital, son temas que se deben tener en cuenta para brindar diversos medios de socialización de una propuesta creativa. Desde la importancia de entender cómo funcionan los virados en el laboratorio análogo, hasta poder utilizar equipos tecnológicos para la creación de una obra digital, deben ser parte de una oferta educativa complementaria que le garantice al estudiante una amalgama completa de cómo exteriorizar sus pensamientos a través la imagen.
Y la luz, aparte de producir imagen, también da espacio para la osadía, para ser irreverente sin perder la estética, para sumergirse en posibilidades fantásticas de producción, así como un taller de fotografía de moda bajo el agua, o una experiencia pedagógica llamada: la fotografía como provocación comandada por un fotógrafo de revistas como Soho y Don Juan, al igual que tener la posibilidad de comenzar por conocer la cámara en un curso de fotografía digital para aficionados. Son muchos los campos para entender la imagen y aprender a producirla con la óptima calidad. Es por eso que Zona Cinco, más que una escuela de fotografía y cine, es un viaje con peajes artísticos, que viene cargado con un equipaje de buenos momentos y experiencias que, todos los apasionados por la imagen, merecen obturar con sus propias manos.
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